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- Bienvenido el error... pero con la reflexión y corrección de este, ayudemos a cerrar los círculos.
Leyendo me encontré con este fragmento muy bueno:
Extracto del libro “CONVERSACIONES CON MI MAESTRA"
Casilda y Matías singuen sus conversaciones:
" Los juegos simbólicos se llevan a cabo para imitar una actividad real. En las aulas Montessori, no se imitan actividades reales. Hay lo que llaman «actividades de vida práctica», en las que los niños hacen actividades diarias de verdad, no de mentira.
Preparan una infusión, se hacen la comida, limpian los platos, barren el suelo, planchan de verdad. —¿Planchan? —Sí —responde lacónicamente su interlocutora. —¿Pero no se queman? —pregunta Matías. —No, están acostumbrados a hacerlo con delicadeza y cuidado. Para aprender a coordinar el movimiento levantan una silla sin hacer ruido, se limpian las manos sin salpicar, riegan las plantas sin mojar el suelo, utilizan una vajilla de porcelana cuando comen en vez de platos de plástico".
En la vida real, los niños aprenden de la importancia y el valor de las cosas en el mundo. Y la relación de sus tareas y acciones para con él y para con sus seres más próximos.
Un descubrimiento guiado y en algunos instruido y modelado por sus padres y profesores.
Luego de ello, los mismos niños llevan este aprendizaje de vida a sus juegos y no necesariamente al revés.
A veces rompemos esos momentos de vida real, cuando luego de un error le decimos "no pasa nada", cuando en realidad si pasa. Demos el espacio de poner orden a su mundo. Y acompañándolo demos la oportunidad de pasar por la consecuencia natural de la pequeña vergüenza, la necesidad de resarcir o realizar un acto de desagravio y al final agradezcamos esa solución propuesta y realizada.
La prudencia viene con el tiempo y el conocimiento. Pero aun así teniendo el conocimiento es necesario el tiempo para que, con la experiencia personal (saber hacer), aprendamos de la importancia de pensar, pedir opiniones y estar en lo que hacemos y realicemos lo que necesitamos hacer y no solo lo que nos apetece.
Un aprendizaje sin error y consecuencia, quita los limites reales de la vida y nos puede llevar a un mundo de imprudentes.
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